Crónica de un reencuentro

Llegó el 27 de febrero y nos reunimos en el colegio a la hora prevista. A pesar de no amanecer soleado, el día resultó brillante, todos volvimos a casa felices con la experiencia y satisfechos con la comida.

El Hno. Feliciano había decorado toda el ala derecha de la planta principal con los 28 murales gráficos de metro y medio por setenta que había estado elaborando durante las últimas semanas, y había montado un altar al fondo con las orlas de la promoción, las banderas de España, de Madrid, de Europa y del Colegio y un gran letrero dando la Bienvenida al colegio a la promoción 1959B. Sobre un atril estaba el libro Cien años de Historia con la historia centenaria desde la primera fundación de Maravillas y sobre una mesita, unos folletos hablando del libro.

Fueron llegando los antiguos compañeros y Fernando Satrústegui les fue aprovisionando, a través de una cuidada red de distribución, de los letreros identificativos que había elaborado con el diseño que nos hizo Joaquín Márquez. En los pocos casos en los que alguien no reconocía a alguien, el letrero aclaraba las dudas.

Pasamos a la capilla y empezó la misa evocando recuerdos de numerosos actos de antaño. El Sacerdote estuvo breve y acertado en su alocución, resaltando la actitud de disponibilidad y servicio hacia el prójimo, aclarando que la caridad no debe limitarse a los que nos aman. Se terminó cantando el himno del colegio, cuya letra nos había sido entregada en el dorso de una estampa de la Virgen y, seguidamente, se hizo la foto de familia en las gradas de la capilla. También nos dieron una insignia del colegio.

Nos fuimos al aula que teníamos reservada en la segunda planta, con la pizarra coloridamente decorada por el maestro “tiziano”, como a sí mismo se denomina el Hno. Feliciano cuando comenta su dominio de las tizas de colores.

Ocupamos los asientos de clase y Diaz Sanchez-Pacheco, Chacho, dirigió la sesión. Carlos del Ama nos dirigió unas palabras de introducción al acto y se plantearon la serie de posibles actividades que podíamos acometer como grupo, acordándose:

-Constituirnos como hermandad de mutuo apoyo, extensible a los hijos.

-Ratificar el acuerdo del encuentro del 15 de enero sobre que no podemos esperar otros 50 años para el próximo encuentro.

-Confeccionar una revista con fotos y recuerdos del 1959 B desde primera elemental. Para ello se pidieron voluntarios para constituir un grupo de redacción-composición y otro de edición-impresión. Se ofrecieron Joaquín Márquez para que su equipo de composición grafica de la fábrica de Bilbao colaborase en el proyecto y Fernando Satrústegui para el escaneado y reproducción de imágenes. El Hno. Feliciano dirigirá los trabajos y pondrá a disposición del equipo el fondo documental del colegio. Luís Ortega puso a nuestra disposición su colección de Perseverancias. Más exalumnos también ofrecieron sus perseverancias, pero nos basta con una colección. El llamado “núcleo duro” coordinara los trabajos.

-Comer juntos una vez al cuatrimestre, aunque se oyeron voces de hacerlo una vez al mes y que vayan los que puedan. Se decidió que la próxima comida sea a fines de mayo-primeros de junio y en La Cámara de la Armada. Tener otra comida a final del verano principio del otoño que ya se verá dónde, pero dentro de los recursos de las Fuerzas Armadas, por el aquel de la seguridad…de que no nos van a clavar.

-Considerar en esa comida la frecuencia de las siguientes comidas y el poder tener alguna comida hacia final de año con “acompañantas”. (Lo que abre la puerta a que alguno que no pueda ir con su mujer, pueda llevar a una hija, sobrina o lo que tenga…)

-Plantear la posibilidad de hacer algunos viajes juntos, que ya se verán cuando venga el buen tiempo las posibilidades. Francisco Javier Martín Menoyo nos ofreció sus hoteles de Canarias a precio de tour operador. El general Clavijo va ha ver si dejarían ir a precio de familiares a sus nuevos “hermanos” a alguna residencia de Defensa.

-Se dejó abierta la lista de actividades a nuevas ideas que puedan plantearse por cualquiera en cualquier momento.

-El Hno Feliciano cerró el acto diciendo que de la abundancia del corazón habla la boca. Pero lo dijo en latín y tuvo que traducirlo. Dijo algo más, pero ya empezaba a haber quienes estaban empezando a pensar en la comida y manifestaban deseos de iniciar la visita al recinto sin retraso.

Se inició la visita a las instalaciones que no llegamos a conocer. El teatro si le conocimos, pero era cuando las butacas eran de terciopalo, así que vimos la nueva tapicería. Recorrimos el museo de pretecnología, donde el Hno Feliciano nos mostró en vivo y en directo un motor de reacción y la conversión de la energía potencial en cinética con una lata bumerán. Los que tenemos nietos pequeños, tomamos buena nota mental, pues con eso les podremos dar la lata a gusto, después de montarla con los artilugios internos, y dejarles que se impresionen con los conocimientos tecnológico-científicos enlatados por el abuelo.

Vimos la sala de escultura, la de dibujo y pintura, la biblioteca, la sala informática, el gimnasio, la sala de baile clásico, la de judo, la piscina…yo ya me baje a ver si venia el autobús, que llegó puntualmente a las 14:15 previstas, perdiéndome el resto de la visita. El horario de la visita se cumplió, a costa de no dejar al Hno Feliciano mostrarnos todo su arsenal tecnológico, y a los fumadores del dio tiempo a un pitillo a pie de autobús, que salió a las 14:30 según plan.

La puntualidad fue perfecta en todo momento, a pesar de que Renato olvidó que sincronizásemos los relojes a primera hora, pero realizó un video documentando la jornada que esperamos ver en el Blog.

En el camino, Chacho tomó el micro y nos amenizó el recorrido a la par que le insistía al chofer que fuese despacio, ya que Clavijo advirtió que con el nuevo salón no podíamos llegar a destino antes de la 15:00. Llegamos al restaurante, donde el General Clavijo nos esperaba. Como teníamos que esperar a que acondicionasen para nuestra comida el salón donde se había celebrado el aperitivo de una boda, pasamos al bar y cada cual comenzó la celebración a su aire y mejor gusto.

El salón Mudéjar de El Alcázar es un gran salón doble, amueblado con tresillos y sillones todos alrededor. En una de las mitades estaba montada la mesa, esperándonos.

En La Cámara de la Armada, se había organizado comer el menú del día, que no estuvo nada mal y recibió los parabienes de todos, pero en ésta ocasión de decidió comer a la carta con los entrantes fijos a priori y los postres ya determinados para posteriori. Así que cada cual pidió de segundo lo que quiso. Tuvo dos inconvenientes: Primero que no se yo qué carne pediría Luís Hidalgo, el caso es que su ternera la tuvieron que ir a pescar al río y no le sirvieron hasta que todos los demás habían terminado o tenían su comida fría de esperarlo. Segundo, que nos salió carísimo, pues nos cobraron por todo la friolera de 26 euros. Claro que en esa cifra estaban lo comido, lo bebido, que no fue poco, pues la botellas de Cune iban y venían, vacías las unas y llenas las otras; los dos salones privados, en los que se podía fumar, los 50€ del sacerdote que dijo la misa, los 80€ del autobús y los treinta y tantos euros de propina a los camareros, que tuvimos tres y el metre. Afortunadamente, los organizadores dieron facilidades de pago, así que primero cobraron 25 € y luego pidieron un euro más por barba. El gesto, dado el estado de crisis, fue muy de agradecer.

La tertulia la organizamos en un corrillo de sofás, sillones y butacas. A pesar de alguna frustrada tentativa de orientar la tertulia hacia planes y recuerdos, el Hno Feliciano, que había cumplido la norma de Séneca[1] de evitar el cuarto vaso, estaba lo sufientemente alegre como para arrancarse con un chiste de curas que encarriló la charla por el buen camino. Renato gravó algunas de las intervenciones que esperamos iremos viendo. Una expedición fue destacada al bar de donde subió con las manos llenas de copas que debió de pagar alguien, pues yo me tomé una y, aunque pregunté que cuánto debía, me ignoraron con desdén.

Antes de que nos echaran a las 18:30, tomamos la precaución de irnos nosotros a las 18:25. Y tras despedirnos, quedamos felices y contentos, como buenos hermanos, a la espera de las fotos del Feliciano, los videos de Renato, la crónica de Carlos, los mails de Chacho, los chistes de Casas, la revista de la promoción, el diseño de ficha de Mariano Garcia-Tapia y la comida del mes de mayo-junio.

1 Nota a pie de página. Séneca. El Hno Feliciano nos recordó que Séneca decía que una buena comida contaba con cuatro vasos de vino: El primero el de la sed, el segundo el de la alegría, el tercero el de la gula y el cuarto el de la insensatez. El confesó llegar al segundo, ocasionalmente al tercero, pero no pasar nunca al cuarto.

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[1]